Estás en Iberdrola Trabaja con nosotros Qué es la inteligencia naturalista. Qué es la inteligencia naturalista.
Inteligencia naturalista, la capacidad de entender el medio ambiente Sociedad Naturaleza Alto rendimiento Doce años después de publicar su famoso libro — Inteligencias múltiples —, en el que definía siete tipos de inteligencia y que le valió el premio Príncipe de Asturias en , Howard Gardner añadió a su modelo una octava rama: la inteligencia naturalista.
La inteligencia naturalista permite reconocer las diferencias entre especies y entender cómo se relacionan entre sí. Tipos de inteligencia del ser humano.
Características de la inteligencia naturalista De acuerdo con Gardner, la inteligencia naturalista es la capacidad de distinguir, clasificar y manipular elementos del medio ambiente, objetos, animales o plantas. Por norma general, las personas con alta inteligencia naturalista presentan las siguientes características: Manifiestan deseos de entender cómo funcionan las cosas.
Se preocupan por el medio ambiente y les gusta estar en contacto con la naturaleza. Son buenos identificando la fauna y la flora. Les gusta explorar y descubrir nuevas especies y comportamientos. Tienen interés en utilizar herramientas de observación —microscopios, prismáticos, telescopios—.
Demuestran interés por las carreras de ciencias —biología, botánica, química, zoología, etc—. Actividades para desarrollar la inteligencia naturalista Generalmente, los niños con inteligencia naturalista manifiestan una inclinación hacia el mundo natural, así como hacia lo que ha creado el ser humano.
Existen diferentes actividades para ayudar a un niño a desarrollar su inteligencia naturalista, las cuales pueden agruparse en: Contacto Caminatas por el bosque o la montaña, realización de acampadas o campamentos, visitas a zoológicos y acuarios, etc.
Observación Una vez en contacto con la naturaleza, para fortalecer este tipo de inteligencia es importante observar con atención el entorno. Exploración Una lupa, un microscopio o unos prismáticos ayudan a hacer la experiencia más interactiva y entretenida.
Clasificación Con la ayuda de los padres, de libros o de Internet, el niño debe ir aprendiendo a clasificar lo que se vaya encontrando. Afición Fomentar en los más pequeños aficiones como plantar semillas en casa o coleccionar fósiles, piedras, hojas, etc.
Personajes históricos con una elevada inteligencia naturalista Si echamos una mirada al pasado, encontramos a las personas con mayor inteligencia naturalista en los campos de la biología, la zoología, la botánica, etc. He leído y acepto la política de privacidad de la Newsletter.
Villavicencio es una ciudad colombiana, capital del departamento del Meta, y es el centro comercial más importante de los Llanos Orientales.
Está situada en el Piedemonte de la Cordillera Oriental, al noroccidente del departamento del Meta, en la margen izquierda del río Guatiquía y cuenta con una población urbana de Presenta un clima cálido y muy húmedo, con temperaturas medias de 27 °C. Los invitamos a conocer la Administración Municipal de Villavicencio y sus alrededores a través de este portal.
Explora nuestros lugares más visitados y sus hermosos paisajes. En , cuando Federico tenía once años, toda la familia -sus padres, su hermano Francisco, él mismo y sus hermanas Conchita e Isabel- se estableció en la ciudad de Granada, aunque seguiría pasando los veranos en el campo, en Asquerosa hoy, Valderrubio , donde Federico escribió gran parte de su obra.
Más tarde, aun después de haber viajado mucho y haber vivido durante largos períodos en Madrid, Federico recordaría cómo afectaba a su obra el ambiente rural de la vega: Amo a la tierra.
Me siento ligado a ella en todas mis emociones. Mis más lejanos recuerdos de niño tienen sabor de tierra. Los bichos de la tierra, los animales, las gentes campesinas, tienen sugestiones que llegan a muy pocos.
Yo las capto ahora con el mismo espíritu de mis años infantiles. De lo contrario, no hubiera podido escribir Bodas de sangre. En sus poemas y en sus dramas se revela como agudo observador del habla, de la música y de las costumbres de la sociedad rural española.
Una de las peculiaridades de su obra es cómo ese ambiente, descrito con exactitud, llega a convertirse en un espacio imaginario donde se da expresión a todas las inquietudes más profundas del corazón humano: el deseo, el amor y la muerte, el misterio de la identidad y el milagro de la creación artística.
El traslado de la familia del campo a la ciudad afectó profundamente a Federico. En o , cuando empezaba a interesarse por la literatura , redactó un largo ensayo autobiográfico en el que evocaba Fuente Vaqueros, aquel pueblecito muy callado y oloroso de la vega de Granada.
El pueblo está rodeado de chopos que se ríen, cantan y son palacios de pájaros y de sus sauces y zarzales que en el verano dan frutos dulces y peligrosos de coger.
Al aproximarse hay gran olor de hinojos y apio silvestre que vive en las acequias besando al agua. En verano el olor es de paja que en las noches, con la luna, las estrellas, y los rosales en flor, forma una esencia divina que hace pensar en el espíritu que la formó.
En estas páginas autobiográficas intentó captar sus experiencias en la escuela, los juegos con los amigos, el ambiente de su casa y su asombro ante las desigualdades sociales; como recordó en una entrevista: Mi infancia es aprender letras y música con mi madre, ser un niño rico en el pueblo, un mandón.
Como resultado de su nueva vida en Granada experimentó una sensación de ruptura con aquel pasado en el campo y, desde el umbral de la adolescencia, exclamó: Hoy de niño campesino me he convertido en señorito de ciudad [ Vuestras manos son más sanas que las mías. Vuestros corazones son más puros que el mío.
Vuestras almas de sufrimiento y de trabajo son más altas que mi alma. Yo soy el que debiera estar cohibido ante vuestra grandeza y humildad.
Estrechad, estrechad mi mano pecadora para que se santifique entre las vuestras de trabajo y castidad. Durante su adolescencia, Federico García Lorca sintió más afinidad por la música que por la literatura.
De niño le fascinó el teatro , pero estudió también piano, tomando clases con Antonio Segura Mesa, ferviente admirador de Verdi. Su primer asombro artístico surgió no de sus lecturas sino del repertorio para piano de Beethoven, Chopin, Debussy y otros.
Como músico, no como escritor novel, lo conocían sus compañeros de la Universidad de Granada , donde se matriculó, en el otoño de , en un curso de acceso a las carreras de Filosofía y Letras y de Derecho.
El ambiente intelectual que rodeaba al joven estudiante era de una riqueza sorprendente para una ciudad provinciana. En la tertulia llamada «El Rinconcillo», del animado café Alameda, García Lorca se reunía con frecuencia con un grupo de jóvenes de talento que llegarían a ocupar puestos importantes en el mundo de las artes, la diplomacia, la educación y la cultura.
En la Universidad, dos profesores le abrieron camino: Fernando de los Ríos, profesor de Derecho Político Comparado y futuro adalid del socialismo español , y Martín Domínguez Berrueta, titular de Teoría de la Literatura y de las Artes.
Con Domínguez Berrueta hicieron Federico y sus compañeros una serie de viajes de estudios a Baeza, Úbeda, Córdoba y Ronda junio de ; a Castilla, León y Galicia otoño del mismo año ; otra vez a Baeza primavera de ; y un último viaje a Burgos verano y otoño de Estos viajes pusieron a Federico en contacto con otras regiones de España y ayudaron a despertar su vocación como escritor.
Fruto de ello sería su primer libro de prosa, Impresiones y paisajes , publicado en en edición no venal costeada por el padre del poeta. No se trata de un simple diario de sus excursiones, sino de una pequeña antología de sus mejores páginas en prosa. El joven poeta discurre sobre temas políticos -la decadencia y el porvenir de España, sus inquietudes religiosas, la vida monacal- y sus intereses estéticos, como eran el canto gregoriano, la escultura renacentista y barroca, los jardines o la canción popular.
Con la publicación de Impresiones y paisajes y la muerte de su profesor de música al año siguiente, el aprendiz de músico entró, en palabras suyas, en el reino de la Poesía y acabé de ungirme de amor hacia todas las cosas.
En el otoño de confesaría: Me siento lleno de poesía, poesía fuerte, llana, fantástica, religiosa, mala, honda, canalla, mística. Primavera de Varios miembros de «El Rinconcillo» se habían trasladado ya a la capital y, en marzo de ese mismo año, José Mora Guarnido escribía a Federico desde Madrid: Debías venir aquí; dile a tu padre en mi nombre que te haría, mandándote aquí, más favor que con haberte traído al mundo».
Fue Fernando de los Ríos quien, al fin, tuvo que convencer a los padres del poeta para que le dejaran salir de Granada y seguir con sus estudios en la Residencia de Estudiantes de Madrid, dirigida por Alberto Jiménez Fraud. Así pasó Federico a formar parte de una institución que pretendía ser, en palabras de su director, un hogar espiritual donde se fragüe y depure, en corazones jóvenes, el sentimiento profundo de amor a la España que se está haciendo, a la que dentro de poco tendremos que hacer con nuestras manos.
Fundada a semejanza de los colleges de Oxford y Cambridge, la Residencia de Estudiantes representaba, en aquel entonces, un punto de contacto importantísimo entre las culturas española y extranjera. Aquel hervidero intelectual supuso un excelente caldo de cultivo para el desarrollo del poeta.
Su vida en «la Colina de los Chopos» le dio una nueva visión de la responsabilidad del artista frente a la sociedad y reforzó su amor por la cultura, desde la clásica a la popular española.
Así, entre y , Federico conoció a muchos de los más importantes escritores e intelectuales del país. En la Residencia se hizo amigo de Luis Buñuel, de Rafael Alberti o de Salvador Dalí. Además, gracias a la muy activa política cultural de Jiménez Fraud, pasaron por allí numerosos conferenciantes, científicos, músicos y escritores extranjeros: Claudel, Valéry, Cendrars, Max Jacob, Marinetti, Madame Curie, H.
Wells, Le Corbusier, Chesterton, Wanda Landowska, Ravel, Milhaud, Poulenc Los dos primeros años de Federico en la capital constituyeron una época de intenso trabajo. Sus caminatas por la ciudad, sus visitas a Toledo con Pepín Bello, Buñuel y Dalí, sus encuentros con directores teatrales -como Eduardo Marquina o Gregorio Martínez Sierra - y con la vanguardia -los ultraístas, Ramón Gómez de la Serna o el creacionista Vicente Huidobro-, aún le dejaron tiempo para terminar y publicar su Libro de poemas , componer las primeras Suites , estrenar El maleficio de la mariposa -que fue un fenomenal fracaso- y elaborar otras piezas teatrales.
No perdió tampoco la oportunidad de conocer a Juan Ramón Jiménez , a quien acudió con una carta de presentación de Fernando de los Ríos en Ahí va ese muchacho lleno de anhelos románticos: recíbalo usted con amor, que lo merece; es uno de los jóvenes en que hemos puesto más esperanzas -y a la que respondió Juan Ramón de esta manera: Su poeta vino y me hizo una excelentísima impresión.
Me parece que tiene un gran temperamento y la virtud esencial, a mi juicio, en arte: entusiasmo. Con aquella visita se inició una amistad duradera, y la correspondencia de Lorca deja claro que Juan Ramón -generoso mentor de todos los poetas jóvenes de aquel entonces- tuvo una influencia decisiva en su visión del quehacer poético.
Durante los siguientes dos años ayudó a Federico a publicar algunos de sus versos en revistas de prestigio, como España , La Pluma o Índice , y le convenció para que editara su Libro de poemas en la imprenta de Gabriel García Maroto, en vez de hacerlo en una editora comercial más grande, para que Federico tuviera la oportunidad de cuidar, él mismo, de todos los aspectos de la edición.
Libro de poemas contiene versos seleccionados, con la ayuda de su hermano Francisco, de todo lo que había escrito desde Algunos de ellos giran alrededor de la fe religiosa, tema al que había dedicado cientos de páginas en prosa y en verso.
Otros tratan del anhelo del poeta de unirse con la naturaleza o de recuperar una infancia perdida. En versos que recuerdan al primer Juan Ramón Jiménez, a Rubén Darío y a poetas menores del modernismo hispánico, el poeta lamenta que la razón y la retórica hayan reemplazado la fe poética que poseía como niño.
Cuando se publicó este libro, en mayo de , Federico ya se había entregado a otros proyectos y volvió a Granada ilusionado con la composición de sus Suites. El entusiasmo señalado por Juan Ramón le llevaba hacia el estudio del folclore: títeres, cante jondo, la canción popular. Estaba a punto de conocer a Manuel de Falla.
Falla se había trasladado a Granada a mediados de septiembre de , y en el verano de se instaló en el Carmen de Santa Engracia, próximo a la Alhambra, donde Federico le visitó con frecuencia.
El poeta se sintió pronto íntimamente ligado al compositor al compartir con él su amor por la música, los títeres, el cante jondo Entre los primeros en dar al compositor la bienvenida a Granada, en , estuvo el grupo de jóvenes amigos que se reunía en el café Alameda de la plaza del Campillo, y que formaba la ya citada tertulia de «El Rinconcillo».
José Mora Guarnido explicaba así el nombre dado a la tertulia: En el fondo del café Alameda, detrás del tabladillo en donde actuaba un permanente quinteto de piano e instrumentos de cuerda, había un amplio rincón donde cabían dos o tres mesas con confortables divanes contra la pared, y en aquel rincón [ La vida granadina de Federico a partir de o giró, pues, alrededor de esos dos focos culturales: Falla y los integrantes de «El Rinconcillo».
Estos últimos intentaban dar nuevo brío a la vida cultural de la ciudad, defendiendo aquella parte del patrimonio artístico que pudiera orientar a las nuevas generaciones en su rebelión contra el «costumbrismo» y el «color local», y asustando a la «Beocia burguesa», en palabras de Mora.
Algunos de los proyectos apenas transcendieron el ámbito local, como, por ejemplo, la colocación de azulejos conmemorativos en honor a los «viajeros europeos ilustres» que habían contribuido al conocimiento de Granada en el extranjero. Otros, sin embargo, tuvieron repercusión en el resto de España y Europa, especialmente el Primer Concurso de Cante Jondo, celebrado en junio de Promovido por Falla, Lorca e Ignacio Zuloaga, y apoyado por el Ayuntamiento de Granada, aquel concurso tenía varios objetivos: marcar la diferencia entre el cante jondo -de orígenes antiquísimos, según Lorca y Falla- y el cante flamenco -creación, según ellos, más reciente-; ganar respeto para el cante jondo como arte; preservarlo de la adulteración musical y de la amenaza de los cafés cantantes y la ópera flamenca; premiar a los cantaores no profesionales, y demostrar la influencia que habían tenido el cante, el baile y el toque jondos no sólo en la música española, sino también en la francesa y la rusa.
El concurso fue un atrevido intento de conectar el arte musical de Andalucía con el arte «universal». La fórmula estética de Falla - de lo local a lo universal - iba a fijarse para siempre en el corazón de su joven discípulo.
Meses antes del concurso Federico pronunció, para educar al público granadino, una de las conferencias que más revelan sobre su propios principios estéticos «Importancia histórica y artística del primitivo canto andaluz llamado cante jondo»; texto que revisaría años después al leerla en Argentina , Uruguay y en varias ciudades españolas.
Otro fruto de su interés por el cante jondo fue su segundo libro de versos, Poema del cante jondo , escrito en y publicado una década más tarde. En este libro, como en sus Suites , Lorca explora las posibilidades de la secuencia de poemas cortos.
Sin llegar al pastiche, se inspira en la brevedad, intensidad y concentración temática de las coplas del cante jondo, que habían sido para él toda una revelación artística: Causa extrañeza y maravilla cómo el anónimo poeta del pueblo extracta en tres o cuatro versos toda la rara complejidad de los más altos momentos sentimentales en la vida del hombre.
El poeta acariciaba la idea de crear con el compositor gaditano un teatro ambulante, Los Títeres de Cachiporra, que sería comparable, en su tratamiento estilizado del folclore, a los Ballets Russes de Diaghilev, con los que Falla había colaborado.
En casa del poeta ofrecieron ambos, a sus familiares y amigos, un espectáculo inolvidable de títeres en la festividad de los Reyes Magos de , en el que, con Falla al piano, estrenó Federico La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón y se interpretó -«por primera vez en España», según Federico- La historia del soldado de Igor Stravinski.
Fiesta en que se reunían, pues, lo tradicional La niña se basaba en un viejo cuento andaluz y las corrientes musicales más modernas. La amistad de Falla seguiría orientando a Federico García Lorca a la hora de reconciliar las nuevas corrientes estéticas con las formas populares.
En , Falla y Lorca estaban colaborando en una opereta lírica, Lola, la comedianta , nunca terminada, y al año siguiente el compositor ayudó a Federico a dar la bienvenida al poeta Juan Ramón Jiménez, quien visitó a la familia García Lorca durante el mes de julio de En abril de , desde la Residencia de Estudiantes, Federico anunció a sus padres que había recibido una invitación para pasar la Semana Santa en Cadaqués con su amigo Salvador Dalí: Dalí me invita espléndidamente.
He recibido una carta de su padre, notario de Figueras, y de su hermana una muchacha de esas que ya es volverse loco de guapas invitándome también, porque a mí me daba vergüenza de presentarme de huésped en su casa.
Pero son una clase de familia distinta a lo general y acostumbrada a vida social, pues esto de invitar gente a su casa se hace en todo el mundo menos en España.
Dalí tiene empeño en que trabaje esta Semana Santa en su casa de Cadaqués y lo conseguirá, pues me hace ilusión salir unos días a pleno mar y trabajar y ya sabéis vosotros cómo el campo y el silencio dan a mi cabeza todas las ideas que tengo.
Fue el primer viaje de Federico a Cataluña, y aquella visita y una segunda estancia más larga, entre mayo y julio de , dejaron una huella profunda en la vida y obra de ambos. Dalí había ingresado en en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y vivía en la Residencia, donde había trabado amistad con el poeta granadino.
Durante cinco años, desde hasta , los mundos artísticos de Dalí y de Federico se compenetraron hasta tal punto que Mario Hernández ha hablado, con razón, de un período daliniano en la obra del poeta, y Santos Torroella, de una época lorquiana en la del pintor.
Fruto de esta amistad, que se convirtió en pasión amorosa, fue la «Oda a Salvador Dalí», que Federico publicó en abril de en la Revista de Occidente , poema «didáctico» -así lo llama- en que canta En sus discusiones en Madrid y Cadaqués, y en un riquísimo epistolario que se ha conservado sólo en parte, los dos amigos abordaban cuestiones estéticas de hondo interés para ambos.
Juntos exploraron la pintura y la poesía contemporáneas y el arte del pasado. Cuando Federico preparaba su tragedia Mariana Pineda , en la que intentaba captar la historia de la heroína granadina en bellas «estampas» románticas, le pidió a Dalí que diseñara el decorado para su estreno en Barcelona Otros proyectos se quedaron en pura conversación, como el Libro de los putrefactos , una serie de dibujos satíricos de Dalí que iba a incluir un prólogo, jamás escrito, de Federico.
Dalí alentó al granadino en su esfuerzo por comprender la pintura moderna véase su conferencia «Sketch de la nueva pintura» y lo animó como dibujante, reseñando su primera exposición, en el verano de , en las Galeries Dalmau de Barcelona; Y fue Federico, sin duda, quien más animó a Dalí como escritor.
En , la granadina Gallo -revista literaria impulsada por Lorca y dirigida por su hermano Francisco- publicó las traducciones al español del «San Sebastián» de Dalí -un ensayo, en forma de narración, en que expone su estética de la «santa objetividad»- y del «Manifiesto antiartístico catalán», firmado por Dalí, Sebastià Gasch y Lluís Montanyà.
La estética de Dalí le sirvió a Federico como estímulo cuando empezaba a cultivar, a partir de , una poesía de «evasión», en la que se daba menos importancia a la metáfora que a lo que Federico llamó -sirviéndose de la expresión de Dalí- el «hecho poético»: la imagen que pretende «evadirse» de cualquier explicación racional véase su conferencia «Imaginación, inspiración, evasión».
De la mano de Dalí pudo adquirir Federico un conocimiento más profundo del arte popular y culto de Cataluña, región por la que sentiría siempre gran afecto.
Si el ingreso en la Residencia de Estudiantes le había permitido trascender las limitaciones del medio granadino, los viajes a Cataluña le revelaron las limitaciones del mundo cultural de Madrid.
Mientras Federico descubría el mundo cultural de Cataluña, los poetas españoles estaban a punto de rescatar y celebrar a un poeta barroco cuya estética -originalidad de la metáfora, esplendor sintáctico y léxico- les impresionaba hondamente.
Céntrate en entrenar sólo estas competencias, eso sí, sé sobresaliente en ellas Concurso de talento, concepto de competencia. El competencia de mascotas, ilustración plana Empleado del mes, premio de talentos, logro sobresaliente La Propuesta para la Atención Educativa de los Alumnos con Aptitudes. Sobresalientes y Talentos que cursan la Educación Básica en el Estado